Más de 70 años de pie en la misma esquina: “El Último Patiquín”

Los pasos lentos no detienen al hombre trajeado. Su pasión de asistir a quien lo necesite ha perdurado desde hace 73 años. Manuel Nelson, “El último Patiquín” de la ciudad, ya tiene 85 y se presenta religiosamente cada tarde en una de las esquinas del Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CAMLB), junto a su maletín de paramédico a la espera de pacientes.
Me atreví a probarme unos pantalones largos de papá a los 14. Aunque sabía lo que significaba, no me pareció mala idea cubrir mis piernas velludas y, además, de manera elegante —comentó Nelson sobre el momento cuando decidió convertirse en Patiquín, aquellos caballeros de la Maracaibo de antaño que se vestían refinadamente, en la mayoría de los casos, para asistir a las fiestas de la Virgen de Chiquinquirá.
Sin saberlo, acababa de ‘echar los pantalones’, lo que para ese entonces representaba dejarlos de usar a la altura de las rodillas y asumir la madurez que traía consigo mayores compromisos. El más grande lo adoptó como su estilo de vida, luego de que una de sus hermanas le enseñara a inyectar.
Cobrando entre 1 y 5 bolívares por paciente comenzó junto a un grupo de 18 practicantes, que no eran más que jóvenes interesados en la asistencia médica de los enfermos que recurrían a las farmacias adyacentes de la Plaza Baralt. Todo esto, bien vestido por supuesto. Este personaje popular se le distingue hasta la fecha por colocar inyecciones, pasar sueros, tomar la tensión y ofrecer consultas, sin abandonar su chaleco, corbata, sombrero y zapatos patentes.
Además de paramédico también fue boxeador y bolerista. Foto: William Ceballos
Además de paramédico también fue boxeador y bolerista. Foto: William Ceballos
Se codeó con los mejores
Define la Plaza Baralt, su consultorio improvisado, como “el centro de la ciudad”, porque, según cuenta, en sus buenos años representaba el punto de encuentro de reconocidos artistas, deportistas e incluso personalidades políticas, quienes en su venida a la capital zuliana no podían dejar de visitarla. Algunos, además, se alojaban en el Hotel Victoria. Durante su estadía ahí logró asistir al cantante y actor mexicano Pedro Infante Cruz y al chileno Oswaldo Gómez, mejor conocido internacionalmente como “El Indio” Araucano.
Trabajó como traumatólogo y ortopedista durante 40 años en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS). Sus tiempos libres los dedicó a otro de sus delirios: la música. Una sonrisa se le escapó al rememorar sus años como bolerista cuando en una oportunidad compartió escenario con Lila Morillo y Felipe Pirela en Radio Calendario y Radio Popular en el programa Crisol de Estrellas.
“El último Patiquín” versionó boleros que estaban de moda en su juventud, siendo los temas del cantante Daniel Santos sus favoritos, hasta el punto de tener actualmente cuatro grabados pertenecientes al artista caribeño. Sus últimas apariciones fueron en el mismo Lía Bermúdez en los años 2008 y 2012.
Por ser un patrimonio artístico de la sociedad marabina, también participó en el videoclip del tema “Sin querer” de la agrupación zuliana Bacanos y en varias publicidades de la ciudad.
Al ring de boxeo
En los deportes también destacó. Para los años 1948-1949, en representación del estado Zulia, obtuvo el título como campeón de boxeo plus y gallo en los Juegos Nacionales.
Sus trajes eran confeccionados por "el mejor sastre de Maracaibo". Foto: William Ceballos
Sus manos han acariciado los momentos más satisfactorios de su vida. Foto: William Ceballos
“Me dicen Patiquín porque siempre ando empatiquina’o”
Desde chamo, cuenta, junto a sus compañeros, confeccionaba trajes con “el mejor sastre de Maracaibo”, Carlos Espina. Para entonces, cada flux tenía un costo de 100 bolívares. Era una suma importante para la época; sin embargo, todos trabajaban para vestir siempre ‘de punta en blanco’.
A los 23, en medio de un partido de béisbol, conoció a Balbina Macho, madrina del equipo Old Colonia. Él, como amante de los deportes, también participaba en los juegos. Mientras estaba en elright field, le lanzaron un batazo e hizo out. Cuando regresó a su banca, un amigo le dijo que aquella muchacha quería felicitarlo. Luego de esto, unas pícaras miradas y otros tantos encuentros, finalmente contrajeron matrimonio y tuvieron siete hijos.
Hoy día, no cobra consulta; acepta lo que sus pacientes le ofrezcan, porque ayudar al prójimo parece ser su mejor recompensa.
Asegura haber atendido sin distinción a enfermos y heridos en los hospitales, incluyendo a “hombres de malos hábitos”. De hecho, recuerda, que en uno de sus habituales días, de camino a la plaza en un autobús un trío de jóvenes quiso robarlo. Sin embargo, uno de ellos al verlo, lo reconoció y evitó que otro de sus compañeros le hiciera daño. 
Es, sin dudas, todo un personaje de la tierra del sol amada. 
Aunque sus pasos van desacelerando, "El último Patiquín" se presenta fielmente a la espera de pacientes. Foto: William Ceballos
Aunque sus pasos van desacelerando, “El último Patiquín” se presenta fielmente en el CAMLB a la espera de pacientes. Foto: William Ceballos
Nelson, de padre trinitario y madre trujillana, en realidad nació en Dabajuro, estado Falcón, un 17 de junio de 1930, pero Maracaibo ha sido, desde los 7 años hasta hoy, su terruño.
Este año “El último Patiquín” soplará su vela número 86 y aunque sus pasos van desacelerando, sus oídos desgastando y la edad haciendo estragos en su cuerpo moreno, cuando alguien pase por el CAMLB, lo verá junto a quien ha sido su ayudante por más de 20 años, César Morillo, posado en su improvisado consultorio, como un patrimonio más de la capital zuliana.
Laura Matos
Fotos: William Ceballos
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