Dios vino por sus siamesas bendecidas

El Señor escribe derecho sobre reglones torcidos. El contenido de este mensaje cobró vida en las siamesas marabinas María de los Ángeles y María Gracia Parra Ugarte. La misión que traían en su paso por este mundo físico no fue comprendida de inmediato. Compartieron su tarea con sus padres Ana María y Emilio de convicciones profundamente cristianas desde el mismo día de su nacimiento ocurrido a las 11:50 de la noche del 15 de enero de 2012.

“Mis hijas tocaron los corazones de todos los que las conocieron. Recuerdo que Dios me dijo que ellas serían separadas y ahora lo están. Ellas fueron perfectas desde el momento de la concepción. Muchas personas vieron sus problemas diminutos delante de la condición que tenían mis princesas y ellas nunca dejaron de mostrar su sonrisa. Se amaban y fueron felices. Dos almas en un solo cuerpo que compartieron hasta el corazón. Qué mensaje tan bello”, expresó Ana María Ugarte de Parra, la mamá de las siamesas durante los actos velatorios en la funeraria Abadía Las Mercedes de Maracaibo.

María Gracia y María de Los Ángeles vinieron con una condición única: gemelas cuyos cuerpos siguieron estando unidos después del nacimiento, un caso que tiende a ocurrir en uno de cada 200 mil nacimientos, de los cuales, según los estudios científicos la mitad (50%) viene a mundo sin vida y 35% por ciento muere el primer día.

“Aunque algunos médicos dieron apenas horas para que fallecieran. Ellas fueron ejemplo de que no son los tiempos del hombre, sino los de Dios. Muchos especialistas no entendían cómo ellas podían seguir vivas, pero vivieron hasta casi cinco años y seguirán viviendo por toda la eternidad”, expuso Ana María.

Las siamesas bendecidas, como también se les conoce, no solo nacieron unidas sino que representaban uno de los casos de siameses más difíciles de intervenir y sobrevivir, pues vinieron al mundo juntas por el tórax y el abdomen. Todavía no existe una explicación científica para esta condición, ni se ha podido probar una predisposición para que unos gemelos se conviertan en siameses pero ocurre.

Las siamesas zulianas compartieron su misión con sus padres Ana María y Emilio de convicciones profundamente cristianas.

La paz de Dios se dejó sentir en la sala velatoria de Abadía Las Mercedes. Ana María estaba serena, conforme con la misión que tuvo y que mantendrá para toda la vida. Su hija mayor, Adriana Liseth no podía ocultar su sentimiento por la partida de sus especiales hermanas. “No es fácil. Anoche mami nos escribió que habían fallecido y fue impactante para todos. Nunca pensábamos en eso, pero lo aceptamo. Mami dice que tiene que ser fuerte porque sus hijas fueron unas guerreras. Emilio estaba muy triste, sobre todo cuando entró al cuarto y vio sus juguetes. Ellos le habían comprado la printura porque las niñas le habían dicho que el cuarto estaba muy feo y se lo volverían a  decorar de rosado, pues ese era el color favorito de ellas”, dijo.

El único corazón de las dos niñas dejó de latir a las 9:45 de la noche del miércoles, pero fue a las 3:00 de la mañana cuando Ana María tuvo la serenidad de anunciarlo por las redes.

“Fue duro pero subí la noticia porque yo conté toda su historia y no podía dejar de anunciarle a la gente hasta el final. Es increíble cómo mis hijas cambiaron la vida de muchos. Hay personas que me dicen que no deje de escribir en las redes sociales que abrí para ellas, porque los mensajes les dan fortaleza.  Siempre hablaba en nombre de ella, nunca escribí nada negativo porque, como dije, ellas eran felices. Sus caritas y el Espíritu Santo inspiran mis escritos. He recibido muchos mensajes y llamadas, pero no he contestado porque prefiero hablar aquí al lado de las niñas. Le pido a Dios que me mantenga serena para cuando ya no estén sus cuerpos”, reflexionó.

Emilio Parra, el papá, entraba y salía de la funeraria. Se encargó de las diligencias correspondientes al caso. “Después yo expreso mi reflexión”, dijo con los ojos llorosos, pero con la serenidad de quien acepta las condiciones de Dios.

Los cuerpos de las siamesas fueron colocados en un féretro blanco. La mamá de las niñas se encargó de vestirlas, sin pasar por alto sus colitas para el cabello, sus anillos y sus muñecas Frozen, la película de Disney que cuenta el amor entre dos hermanas Ana y Elsa. Cada una de las siamesas tenía su princesa preferida y sus padres no olvidaron ese detalle dentro de su última morada. La Elsa de trapo está al lado del cuerpo de su eterna amiga María Gracia, mientras Ana acompaña a María de Los Ángeles.

Las niñas eran amantes de Frozen, la película de Disney que cuenta el amor entre dos hermanas Ana y Elsa.

“Eran inteligentes, curiosas y atentas, pero sin embargo nunca preguntaron por qué los demás niños estaban separados y ellas no. Estaban conscientes de que el Padre, nuestro Señor, las hizo perfectas y seguirán siendo perfectas en el cielo. Nos toca ahora a nosotros vivir en santidad para tener el privilegio de volvernos a encontrar y se cumplirá mi sueño de poder abrazarlas a mis hijas a cada una de frente”, indicó Ana María Parra de Ugarte.

La fe, la fortaleza y el vigor inexplicables que caracterizaron a María Gracia y María de Los Ángeles ahora debe acompañar a su amorosa familia y el mensaje de amor que demostraron debe tocar los corazones de todo el que escuche su historia.

“Quizá el milagro mío, el de Ana María, era que fueran intervenidas y separadas, pero ya ellas eran un milagro”, expresó la mamá haciendo alusión al doble milagro de vida, amor, constancia, dedicación y sobre todo de esperanza que se envolvieron en la dulce experiencia de dos niñas distintas con un solo corazón, quizá ese debe ser el más grande mensaje que dejaron María Gracia y María de Los Ángeles, Dios es uno y sus hijos muchos, aunque distintos, todos debemos amarlo y obedecerlo con un solo corazón.

Ana María y Emilio ahora tienen la misión de continuar dando fe al mundo del milagro que fueron sus princesas bendecidas.

María Gracia y María de Los Ángeles ahora son ángeles invisibles.

Maidolis Ramones Servet

Fotos: José López / Cortesía de Ana María Ugarte de Parra

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